La banda sueca Therion tocó por segunda vez en el país el miércoles   pasado, y demostró por qué es considerada la banda más respetada del   metal sinfónico-gótico. El público  respondió al llamado  y se dejó   encantar  por sus  temas.
Esta vez volvieron a territorio salvadoreño para presentar  su más  reciente obra titulada “Sitra Ahra”, la cual puede definirse, de acuerdo  al misticismo judío, como el lado izquierdo de la creación o la lucha  interna del ser humano entre sus instintos más básicos y la moral.  Precisamente con el mensaje de la canción del mismo título del disco  comenzaron a taladrar el cerebro de los  metaleros presentes en uno de  los pabellones del Centro Internacional de Ferias y Convenciones  (CIFCO).

Christofer Johnsson, fundador del grupo, y sus compañeros mantuvieron su reputación como pioneros del metal sinfónico-gótico. Increíblemente bien acoplados, cambios de tiempo complejos y unas voces operísticas a cargo de las dos coristas que por momentos erizaba la piel. El repertorio incluyó temas de la mayoría de su trayectoria. “Secret of the Runes”, del disco del mismo nombre, fue la segunda de la noche y, sorprendentemente, el sonido tuvo la calidad necesaria para escuchar cada uno de los instrumentos. Mucho tuvo que ver la buena mezcla en la consola, a cargo del técnico de los suecos. La noche metalera continuó con “Typhon”, “The Perennial Sophia”, “Hellequin”, “Nifelheim”, “Clavicula Nox”, “Voyage of Gurdjieff”, “Ljusalfheim”, “Wine of Aluqah”, Ginnungagap”, “Kali Yuga III”.
La masa negra de metaleros asistió en buena cantidad, y durante el show no ocurrieron incidentes que lamentar.
Thomas Vikstrom  y Snowy Shaw estuvieron a cargo de las voces y juntos levantaron la bandera de El Salvador,  que tenía incluido el nombre  de Therion. Esa acción causó una  instantánea ovación de parte del público ansioso  de  otros clásicos de  la banda  fundada en 1987, cuando comenzaron creando death metal, antes  de cambiar de género.
El cierre también fue intenso cuando llegó el momento de ejecutar “Dies Irae”, “Quetzalcoatl”, “The Rise of Sodom and Gomorrah” y “The Blood of Kingu” para dejar a los metaleros cansados, pero satisfechos.
Mas adelante estare posteando mas fotos y un par de videos, para que aprecien un poco mejor como estuvo el ambiente.

Christofer Johnsson, fundador del grupo, y sus compañeros mantuvieron su reputación como pioneros del metal sinfónico-gótico. Increíblemente bien acoplados, cambios de tiempo complejos y unas voces operísticas a cargo de las dos coristas que por momentos erizaba la piel. El repertorio incluyó temas de la mayoría de su trayectoria. “Secret of the Runes”, del disco del mismo nombre, fue la segunda de la noche y, sorprendentemente, el sonido tuvo la calidad necesaria para escuchar cada uno de los instrumentos. Mucho tuvo que ver la buena mezcla en la consola, a cargo del técnico de los suecos. La noche metalera continuó con “Typhon”, “The Perennial Sophia”, “Hellequin”, “Nifelheim”, “Clavicula Nox”, “Voyage of Gurdjieff”, “Ljusalfheim”, “Wine of Aluqah”, Ginnungagap”, “Kali Yuga III”.
La masa negra de metaleros asistió en buena cantidad, y durante el show no ocurrieron incidentes que lamentar.
Thomas Vikstrom  y Snowy Shaw estuvieron a cargo de las voces y juntos levantaron la bandera de El Salvador,  que tenía incluido el nombre  de Therion. Esa acción causó una  instantánea ovación de parte del público ansioso  de  otros clásicos de  la banda  fundada en 1987, cuando comenzaron creando death metal, antes  de cambiar de género.El cierre también fue intenso cuando llegó el momento de ejecutar “Dies Irae”, “Quetzalcoatl”, “The Rise of Sodom and Gomorrah” y “The Blood of Kingu” para dejar a los metaleros cansados, pero satisfechos.
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